Había de una vez una ardilla. Su inquietud y energía que brillaban durante la noche, la convertían al caer el sol, en una ardilla desvelada, trabajadora, e inquisitiva. Una noche, la siempre atenta y siempre en alerta ardilla, apuntó su refinado olfato hacia tierras lejanas porque de ahí emanaba olores extraños. No supo bien qué eran aquellos olores, pero supo que viajaban rápido y que eran también siniestros.
Nuestra ardilla no dudó en advertir a sus familiares y amigas ardillas de lo que había percibido,
-"¡Oigan!, ¡oigan!, algo feo se viene, algo feo se viene."
Pero sus advertencias fueron rápidamente olvidadas y la ardilla prontamente ignorada.
La siguiente noche la desvelada ardilla volvió a percibir los rápidos y siniestros olores, pero esta vez los percibió más fuertes, más veloces, y más funestos. Y nuevamente no dudó en advertir a sus familiares y amigas ardillas,
-"¡Óiganme!, ¡óiganme!, algo feo se viene, ¡algo malo sí que se viene!"
Pero nuevamente sus advertencias fueron rápidamente olvidadas y la ardilla prontamente ignorada.
La tercera noche, la trabajadora ardilla volvió a percibir los veloces y funestos olores, pero esta vez los percibió aún más violentos, aún más raudos, y aún más nefastos. Y una vez más no dudó en advertir a sus familiares y amigas ardillas,
-"¡Óiganme todos!, ¡escúchenme todas!, algo feo definitivamente se viene, no salgan de sus casas, ¡no salgan de sus casas!"
Pero una vez más sus advertencias fueron rápidamente olvidadas y la ardilla prontamente ignorada.
Al día siguiente, los olfatos menos refinados de los familiares y amigas de la ardilla pudieron percibir aquel olor ágil y adverso del cual la ardilla de la noche los había advertido. Entonces todos, acordándose de la inquisitiva ardilla fueron a tomar refugio en sus casas sin salir, para no encontrarse con el siniestro olor.
Al caer el sol, la siempre desvelada ardilla, se puso a trabajar y a curiosear más que nunca, y supo que al día siguiente el siniestro olor llegaría como una peste que mataría a todos aquellos que no le hicieran caso. Y entonces advirtió una vez más
-"¡A la casa, todos a la casa que se viene una peste! Algo feo ha llegado, ¡no salgan de sus casas!"
Dicho y hecho, al día siguiente la peste llegó y se llevó a todos aquellos que no hicieron caso a las advertencias de la ardilla. Afortunadamente, los familiares y amigas de la ardilla sí escucharon y estuvieron a salvo del ágil mal. La ardilla de la noche, satisfecha de haber podido ayudar, pasó a ser héroe de su comunidad.
La ardilla de la noche está basada en Sara, mujer de pelo negro y piel nácar que supo identificar la amenaza global del coronavirus antes que líderes mundiales lo hicieran, y que con insistencia ayudó a que su comunidad se pueda preparar para enfrentar al siniestro virus.
Nuestra ardilla no dudó en advertir a sus familiares y amigas ardillas de lo que había percibido,
-"¡Oigan!, ¡oigan!, algo feo se viene, algo feo se viene."
Pero sus advertencias fueron rápidamente olvidadas y la ardilla prontamente ignorada.
La siguiente noche la desvelada ardilla volvió a percibir los rápidos y siniestros olores, pero esta vez los percibió más fuertes, más veloces, y más funestos. Y nuevamente no dudó en advertir a sus familiares y amigas ardillas,
-"¡Óiganme!, ¡óiganme!, algo feo se viene, ¡algo malo sí que se viene!"
Pero nuevamente sus advertencias fueron rápidamente olvidadas y la ardilla prontamente ignorada.
La tercera noche, la trabajadora ardilla volvió a percibir los veloces y funestos olores, pero esta vez los percibió aún más violentos, aún más raudos, y aún más nefastos. Y una vez más no dudó en advertir a sus familiares y amigas ardillas,
-"¡Óiganme todos!, ¡escúchenme todas!, algo feo definitivamente se viene, no salgan de sus casas, ¡no salgan de sus casas!"
Pero una vez más sus advertencias fueron rápidamente olvidadas y la ardilla prontamente ignorada.
Al día siguiente, los olfatos menos refinados de los familiares y amigas de la ardilla pudieron percibir aquel olor ágil y adverso del cual la ardilla de la noche los había advertido. Entonces todos, acordándose de la inquisitiva ardilla fueron a tomar refugio en sus casas sin salir, para no encontrarse con el siniestro olor.
Al caer el sol, la siempre desvelada ardilla, se puso a trabajar y a curiosear más que nunca, y supo que al día siguiente el siniestro olor llegaría como una peste que mataría a todos aquellos que no le hicieran caso. Y entonces advirtió una vez más
-"¡A la casa, todos a la casa que se viene una peste! Algo feo ha llegado, ¡no salgan de sus casas!"
Dicho y hecho, al día siguiente la peste llegó y se llevó a todos aquellos que no hicieron caso a las advertencias de la ardilla. Afortunadamente, los familiares y amigas de la ardilla sí escucharon y estuvieron a salvo del ágil mal. La ardilla de la noche, satisfecha de haber podido ayudar, pasó a ser héroe de su comunidad.
La ardilla de la noche está basada en Sara, mujer de pelo negro y piel nácar que supo identificar la amenaza global del coronavirus antes que líderes mundiales lo hicieran, y que con insistencia ayudó a que su comunidad se pueda preparar para enfrentar al siniestro virus.
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