Tuesday, October 17, 2017

Rafael Correa Delgado: El Hitler que parió el Ecuador


Dos caras de la misma moneda.  El surgimiento al poder de Adolfo Hitler en la Alemania del sigo XX, y de Rafael Correa en el Ecuador del siglo XXI, muestran cómo estos dos personajes y su ascenso al poder comparten espeluznantes similitudes.  Antes de que el Führer ordenara el desfile de herramientas de destrucción por las ciudades de Europa, llevó a cabo estrategias de decadencia social que han sido replicadas en la historia reciente del Ecuador por el gobierno que lideró el Mashi

En 1928, Hitler era un político sin influencia.  Sin embargo, triunfó contundentemente en las elecciones de 1933 para ser el líder del partido político más poderoso en Alemania.  De igual manera, tan reciente como en el año 2005, a nadie mucho le interesaba la opinión de Rafael Correa Delgado.  Pero al igual que el líder alemán en Europa, surgió a ser el cabecilla del partido político más poderoso del Ecuador.  E igual que el líder Nazi, la posteridad lo ha juzgado como alguien que secuestró la libertad de su pueblo para ganar poderes dictatoriales y envenenar la sociedad.

Empecemos con la forma de cómo estos déspotas llegaron al mando.  Ambos fueron electos por su pueblo al poder, y tanto alemanes con Hitler como ecuatorianos con Correa, pensaron que estos iban a ser jefes de gobierno normales.  Líderes políticos del Deutschnationale Volkspartei por ejemplo, pensaron que podrían controlar a Hitler ya que tenían más experiencia, y sobre todo, porque tenían mayoría en el gobierno.  En el Ecuador, líderes políticos se tragaron la píldora de que el socialismo del siglo XXI sería un gobierno reformista y que una asamblea constituyente iba a servir como los cimientos de un mejor Ecuador.  Todos estaban equivocados. 

Ellos sorprendieron.  Cuando Hitler subió al poder, nadie imaginó que actuaría en base a sus amenazas hacia los judíos y homosexuales.  Menos pensaron que hubiera violado los acuerdos de la Sociedad de las Naciones.  De igual manera, pocos se dieron cuenta que Correa en realidad iba a atropellar las instituciones del estado, incumplir la deuda externa, y dar un giro a la diplomacia ecuatoriana para favorecer dictaduras socialistas.  Pero ambos hicieron justamente eso y mucho más poco tiempo después de asumir el poder. 

Rafael Correa sumó popularidad aludiendo a la “partidocracia” y su supuesto rol en la crisis económica que el Ecuador vivió a finales del siglo XX.  En 1998 el Ecuador sufrió una devastadora crisis financiera que llevó al país a un decrecimiento económico.  Cerraron bancos, gente perdió sus ahorros, muchos perdieron sus trabajos, y la inflación empobreció a la gran mayoría de la población.  Lo mismo ocurrió en Alemania donde intentaron recuperarse de la tragedia de la primera guerra mundial a través de un fuerte gasto público que resultó en una devastadora inflación.  Ante estas tragedias, ambos líderes ofrecieron a sus pueblos una visión de un mejor futuro que tajantemente contrastó con las políticas de gubernativos tradicionales que habían, según ellos, arruinado a sus países.  En ambas naciones estos discursos populistas resonaron más con pseudo-intelectuales y la clase media.

 La propaganda Nazi repletó a la sociedad con lemas sobre Hitler.  Solo él iba a reactivar la economía alemana, solo él crearía empleo, solo él combatiría a las agresiones extranjeras y a sus ideologías tóxicas—el liberalismo, el comunismo, el socialismo.  Si esto no proyecta parecido con la propaganda correísta, sería bueno recordar los lemas que inundaron al Ecuador por una década.  “La patria avanza”; “la patria ya es de todos”.  “Correa es quien devolvió la dignidad al Ecuador”, solo “Correa es quien pudo combatir al imperio norteamericano”.  “Gracias a Correa se pudo refundar la patria”.  Lo cierto es que mientras otros políticos eran meros administradores, Hitler y Correa eran la salvación encarnada de sus naciones.  Un cuento increíble pero efectivamente logró engañar a ambos pueblos. 

Los discursos.  El historiador Volker Ulrich documenta descripciones de las arengas de Hitler.  Él [Hitler] usaba “comparaciones vulgares” y “no se avergonzaba de hacer las comparaciones más baratas”.  Sus discursos parecían “meras eyaculaciones”.  Los discursos del líder Nazi contenían patrones de acusaciones vacías y groserías.  De igual manera, si esto no produce eco en Correa, recordemos frases como “momias cocteleras”, “gordita horrorosa”.  “La banca es como una chica vanidosa”.  La “prensa corrupta”.  O cuando retó a puñetes a un legislador y atacó a toda una parte de los ecuatorianos llamándolos “pelucones”. 

El ataque a los pelucones es también un suceso impresionante.  Apalancado en los jefes de propaganda del régimen, los Alvarado, Correa no solo explotó los resentimientos de la sociedad hasta lograr una lucha de clases, si no que pudo mentir una y otra vez hasta lograr el control del estado y la sociedad.  Entre sus blancos principales estuvieron precisamente los pelucones quienes fueron estilizados como los artífices de la “larga y triste noche neoliberal”, y como dueños de la prensa corrupta que era corrupta porque, según dijo, “desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta”.  Cada tirano necesita alguien con quien pelear, si Correa tuvo a los pelucones, Hitler tuvo a los judíos. Al igual que el Mashi, El Führer uso a su jefe de propaganda, Joseph Goebbels, para colocar a los judíos como artífices de los daños de la sociedad alemana.  Es especialmente notable la comparación de los ataques a la “prensa corrupta” en Ecuador con los ataques a “la prensa judía mentirosa” en la Alemania Nazi. 

Como parte de sus peligrosas propagandas, el discurso santurrón lleno de bravata también fue vital para ambos tiranos.  Cuando Hitler separó a Alemania de la comunidad de naciones, declaró una victoria para Alemania diciendo que “preferiría morir” a que firmar algo que no esté dentro de los intereses del pueblo alemán.  ¿Acaso la actuación de Rafael Correa en torno a la “deuda [externa] ilegítima, la deuda corrupta, y la deuda ilegal”, o en torno a la base militar en Manta no es lo mismo? Recordemos, “a mi [Rafael Correa] me cortan la mano antes de firmar la continuación del convenio sobre el uso de la base de Manta”. 

Durante la primera mitad del año 1930, la política alemana se la puede resumir en cómo los Nazis destruyeron la institucionalidad alemana, la libertad de prensa, y crearon la dictadura de un partido político donde opositores fueron asesinados, arrestados, y expulsados.  No es inexacto describir los comienzos del correísmo de la misma manera.  La constitución de Montecristi consolidó el control del partido político Alianza País en todas las funciones del estado.  Vino acompañada de la disolución de un congreso legítimamente elegido por los ecuatorianos e intercambiado por uno afín al presidente.  Al igual que los Nazis, los decretos de emergencia violaban todo proceso con el fin de acelerar los cambios que Rafael Correa deseaba.  También vinieron leyes como la famosa Ley de Comunicación que otorgó el poder a una entidad controlada por la presidencia para callar a todo disidente, obligándolo a pagar multas, exiliarse en el extranjero, o ir a prisión.  Inclusive, no faltan los rumores en torno a las misteriosas muertes de un asesor de la cancillería y su esposa por supuestamente tener evidencia incriminadora del entonces canciller de la Revolución Ciudadana. 

Comparativamente, el gobierno Nazi usó su creciente poder para aplicar presión a la prensa desfavorable hasta que editores abandonaran sus puestos o hasta que el periódico dejara de funcionar completamente.  Esta historia se repitió en el Ecuador donde el Diario La Hora y el Diario Hoy fueron célebres víctimas.  Aunque no olvidemos la batalla (perdida) de Correa contra el Diario El Universo, que se la puede comparar con la batalla (perdida) de Hitler con el Münchener Post, periódico al cual Adolfo se lo refería como la “cocina envenenada”.  Ambos diarios pelearon con sus impresiones contra su respectivo régimen autoritario sin que los puedan aniquilar como tristemente sucedió con otros.  

En ambas dictaduras el atropello a la prensa libre parece haber sido un mecanismo para instaurar una red de corrupción en todos los niveles del estado.  Esto produjo en ambos países lo que apropiadamente debemos llamar una kleptocracia El clientelismo y capitalismo de favores reinó la sociedad de la Alemania Nazi de la misma manera de como reinó en el Ecuador de Correa.  Los procedimientos para asignar roles importantes del estado fueron atolondrados y se favoreció las preferencias del opresor supremo para sus designaciones.  Esto permitió que la corrupción sistematizada llene los bolsillos de los afiliados al partido de gobierno.  En Ecuador hemos podido ver cómo a los pocos meses de haber salido Rafael Correa del poder se ha descubierto la cínica red de corrupción, de la cual los sobornos de la constructora Odebrecht solo es una parte. 

El control total de la justicia en la Alemania Nazi se puede evidenciar en el fallo del incendio del Reichstag.  Cuando la corte suprema de ese país declaró inocente a uno de los que Hitler consideraba culpable, este inmediatamente instaló las “Cortes Especiales” supervisadas por las “Cortes Populares”; todas bajo la dirección de Nazis comprometidos.  Esta táctica contiene una semejanza total con el Consejo de Participación Ciudadana donde se institucionalizó un proceso donde fieles miembros de Alianza País han escogido a devotos miembros de Alianza País para supervisar a Alianza País El resultado del control judicial en el Ecuador se puede observar notablemente en al fallo del 30S, donde cada vez hay más evidencia de una aterradora injusticia ordenada por Rafael Correa.

El enfoque de ambos jefes de estado hacia la educación también merece mención.  Hitler reorganizó la educación desde el estado para redefinir la cultura alemana.  Correa apropió la educación al estado para dirigirla en base a criterios del gobierno central.  Para ambos, la educación pareció ser una herramienta de adiestramiento en vez de una forma de compartir conocimiento. 

Una espeluznante similitud es la forma cómo dividían los roles en la corrupta organización del estado.  En la Nazi alemana, Goebbels se aseguraba un ingreso estratosférico.  Como editor de la revista del partido Nazi, y como jefe del monopolio de propaganda, sus ingresos lo convirtieron en uno de los hombres más ricos de Alemania.  Herman Göring, segundo en la línea de poder, concentró una fortuna comparable al obligar pagos a cambio de su patrocinio.  Hitler no cobraba sueldo por ser el jefe del gobierno alemán, pero se aseguraba ingresos por, entre otras cosas, uso de imagen.  Las formas casi exactas de lucrar de los Nazis mencionados, y los Alvarado, Glass, y Correa (a través de sus juicios ilegales disfrazados de legales), respectivamente, son positivamente espeluznantes. 

Finalmente, las similitudes en personalidad.  Hitler fue una persona tremendamente carismática que llegó a controlar su país a través de discursos y publicidad.  Era temperamental, variable, inseguro, y muy intolerante a las críticas.  Aumentemos a esto la megalomanía y locura generalizada, y estas características han sido otorgadas a ambos personajes por el discurso público.  

Los paralelismos entre las circunstancias que permitieron a estos regímenes alcanzar el poder también merecen análisis, pero por el momento basta para quedarnos horripilados el atender la forma sistematizada y tan parecida de perpetrar maldad de estos sujetos.  Hay que decir que los finales de sus mandatos sí son diferentes, y por ende supongo que el Ecuador deber tener suerte que el dictador de los ecuatorianos no llevó al país a un conflicto armado acompañado de genocidio.  Simplemente dejó a Lenin.


Este artículo está basado en las siguientes fuentes:
Evans, Richard J. "The Ways to Destroy Democracy." The Nation. N.p., 27 Feb. 2017. Web.
Ulrich, Volker. Hitler: Ascent, 1889-1939. Kindle ed. N.p.: Random House LLC, 2016.



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